lunes, 29 de julio de 2024

rosamel del valle / poesía


Comprendo perfectamente que el hombre tiene absoluta libertad para elegir los elementos de que puede o debe servirse, por ejemplo, para la realización de un poema o de un libro. Y aun, para afrontar con la mayor sinceridad posible las consecuencias de este esfuerzo . nunca vano del todo. Pero, qué vago parece teorizar en un sentido estricto cuando, precisamente, estos elementos toman forma, estructura, sonido, de modo tan diferente en manos del hombre. De ahí el punto de partida de la videncia poética. Porque, ¿qué es lo que distingue al poeta del resto de los seres? Nada, si no fuera por la posesión de este extraño secreto. A veces, y por lo que ello pueda importarme, creo que este secreto no es sino un débil contacto exterior o una experiencia. El calor -siempre humano, por lo demás- de este contacto despierta al ser entre sus tinieblas. Y este despertar no puede ser representado ni invadido sino por leyes propias, en medio de una atmósfera exacta, en el centro de un clima cuya mayor dificultad no es sentirlo, sino expresarlo. En esto, como en otras cosas, el sentimiento es algo secundario. Luego, me parece una experiencia cuando lo que despierta en el ser tiene que valerse de un lenguaje para dar forma a algo que desea tocar, retener, ver una vez más todavía antes que el pensamiento vuelva a su sueño.

Por otra parte, nada más inútil que creer que el poema no obedece a ley alguna y que su contenido no es en sí sino la síntesis de uno o varios sentimientos expresada de una o de otra manera. Al contrario, la poesía obedece a un esfuerzo de inteligencia, a un control vigoroso de la sensibilidad y su expresión extrae al ser del sueño en que se agita. La imagen de este otro espacio bien no puede ser real del todo. Pero, entonces, ¿qué sería la poesía? Nada más irreal que la existencia.

Cuando el pensamiento se desprende de sus raíces, el ser ve claro. Interpreta en sí el sentido de un lenguaje simbólico o mítico que desea traducir este contacto. Hace lo posible por moverse en torno a esta lucidez y ordena el golpe que viene desde el país de adonde.

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Rosamel del Valle (Curacaví, 1901-Santiago de Chile, 1965) en: A. Calderón (comp.) Antología de la poesía chilena contemporánea. Santiago de Chile: Universitaria, 1970, pp. 280-281