lunes, 4 de diciembre de 2023

nicolás lópez-pérez / ficción de poeta


[43 notas al pie de situaciones que llegaron a tiempo y a destiempo para dar cuenta de algunas prácticas del oficio que fueron puestas en desuso. Queda la clandestinidad de un pasado que se retroproyecta en un mundo donde los personeros de la cultura tienen un bajo perfil frente a los self-made producto del marketing y la economía libidinal]


1. No pudo más. Así se abandona la lucha con las palabras precisas de algo que se quiere llamar poema. O libro. No pudo más.

 

2. Toda escritura es la pulsión entre la impotencia y la potencia de expresarse con exactitud.

 

3. De alguna manera, los que creen que todo está escrito continúan con vida. De pronto la gloria ha desaparecido. Cada palabra de más o de menos es un paso en el vacío. No hay gloria. No se sabe del mañana, ya no hay vates alrededor. El porvenir tiene más sentido en las rayas de la mano o en la borra del café. La inseguridad es maestra de la poesía. Ya nadie está a salvo. Todo es un seguro de vida. Ya nadie está en peligro. El mañana no es el horizonte, sino sueño sin fin.

 

4. La poesía recorta la imaginación. La poesía ese gran cementerio.

 

5. La poesía permuta paciencia. Si las palabras se acostumbran a nosotros, hacen arpegios. Al revés, nosotros tomamos las palabras para pesar la desesperación personal.

 

6. Los únicos documentos fehacientes: los poemas.

 

7. Los poemas se pegan como el musguito a la piedra y, a veces, se fundan en lo real, la imaginación.

 

8. El sentimiento es tuyo, privado. Las ideas vienen hechas. Uno hace el poema que puede.

 

9. Quedar en la inedición.

 

10. Sueño o nada: algo sobra.

 

11. Escribir a borbotones. Sin metro ni medida. Darse al flujo. Sin tiempo de escoger ni pulir ni pensar. Ser una bomba de hidrógeno. Teclear o trazar. Con estilográficas en la yema de los dedos.

 

12. Del azar, viene un poema. Ese. En la página impresa.

 

13. A dónde vamos, a qué venimos. A cada momento se hunde el vacío entre la obra y el autor.

 

14. La poesía es redescubrir lo que se quiere decir. O gritar. O callar.

 

15. La palabra no te dará ni sonido ni luz, sino imagen.

 

16. Hablar de la poesía ni ideal ni banalmente.

 

17. La escritura no es la escritura ideal.

 

18. Publicar en silencio. Con la fe literaria de que una lluvia te arrastre al mar.

 

19. La espera como escritura de otra espera.

 

20. Escribir más, aumentar las chances de la soledad.

 

21. Reaparecer en una marquesina como protagonista. Ser el autor de ese libro. Y seguir siendo la misma persona. Construida de azares, culpas y gustos. Publicar puede ser un lugar muy cruel.

 

22. Glosar la vida aleatoriamente: un cuaderno tras otro. De lo que no se espera sea literatura algún día. Con suerte, un archivo para reconstruir la escena de un psicoanálisis fallido.

 

23. Ni ficción ni metaficción, un más allá hermoso y atiborrado de esplendor. El planear de una gaviota en las playas de Cartagena. Ni el material ni el tiempo. Ni aquí ni ahora. Yuxtaponer un contenido veloz con un proceso lento, como dice mi querida Jess.

 

24. Qué la escritura se interrumpa. Un telefonazo. Murió un familiar. O tu mejor amigo está de cumpleaños en su bar favorito. De lleno a la realidad. Hundir la cabeza en la almohada empapada de dos o tres libros. La posibilidad de un sueño ha quedado en veremos. El umbral de la palabra. Estar en dos o tres lugares y a ver qué haces. O qué te hacen.

 

25. La escritura que fracasa hoy. Mañana nadie sabe. Ni quienes te van a criticar.

 

26. Mudanza es una palabra inventada por los psicólogos. La historia de las migraciones es la historia de los quiebres. Moverse de un lado a otro. Tomar la vida y zarpar a otras circunstancias. Un paso en falso o acertar cómo ser el barco que haga ondear al océano. Quizás un poco el mal de disputar diez batallas y ganarlas todas. El paso en falso. Con siete u ocho basta para entrar en la historia. Ser el barco. Las mudanzas de alguien suelen coincidir con el término de una relación. A veces, no es la propia.

 

27. No hay escritura que pueda desembarazarse del entorno donde sucede. Una habitación. Una ciudad. Una playa. En el momento de su ejecución, un paréntesis a imaginar, con vértigo en una cuerda floja. Incluso si no se tiene migas con el espacio ocupado. Puede odiarse una casa o un barrio. Punta de Tralca no desaparece. Ingresa. Se hace uno con el estado de ánimo en que se escribe un poema con tal salvapantalla. El espacio físico se hace psíquico, se reacomoda, se recrea. Es la escritura. Y nada más que se le parezca.

 

28. Las palabras están más cerca de lo que aparentan. Y no entender el silencio de los otros.

 

29. Siento que ser poeta no es ser poeta. En poesía se está. A veces me siento como un popurrí de ficciones. Mis favoritas son reencarnar en Kavafis o Kerouac, tan solo un rato. Ser un dandi alejandrino, dejando que otros tomen mi cuerpo y lo hagan terciopelo, conversando en tertulias sobre lo que nos hace la poesía. O ser un hijo de migrantes superando el balbuceo de un idioma que brota como mariposas y polillas por la boca, y rajando por la carretera en busca de un intersticio feliz entre el sosiego y el desasosiego.

 

30. El tejido de mis días me disuelve en una imposible bola de nieve que concluye en algo.

 

31. Entrar con la corriente de aire en un local de flippers, taca-tacas y mesas de aire. Hay un Wurlitzer. La gente, más o menos en su onda. Suena una canción de pop. Te chasconeas. Con quien vas amando en este verano.

 

32. Me escondo en el alfabeto latino. Se dosifican las agitaciones de mi imaginación.

 

33. Dogma en magma. Chorrea una vieja experiencia hasta transmutar. Con la imaginación, en compañía de la historia personal y sus conexiones con lo cercano y lo lejano, inaugurar la casa propia.

 

34. Poetas con sentidos vagos, sugestiones de lectura. Arrojando pensamientos sobre el tapete que serán ampliados por generaciones ulteriores o por los contemporáneos de distinta sensibilidad.

 

35. Poeta, eres tan bueno con las palabras y manteniendo las cosas vagas. Dame un poco de vaguedad, tú que me dices no ser nostálgico. Y me dices, desde ultratumba, éramos los elegidos del sol.

 

36. Close writing against close reading. Neither first nor last. Both.

 

37. ¿Por qué no escribo a mano como los románticos? La hoja en blanco es mi agorafobia. Una realidad irreal que me asusta y de-tiene. En el computador es lo mismo, pero hay una intimidad especial. Una soledad algo plástica. Escribo en procesadores de textos, mis textos son procesados. La escritura manual es ajena a los supermercados y la aceleración. Hay una relación personal con el mundo creado. Quizás más sincera. Aun así, perder textos, ¿qué será de esos manuscritos de una libreta robada y aún no aparecida? ¿O de las postales leídas por gente distinta a sus destinatarios? Terminar escribiendo y ser el propio viaje.

 

38. Sobre un libro inédito aún. Nunca antes Latinoamérica había estado tan unida y conectada. Latinoamérica es un poema que se ha perdido tantas veces y que ya no quiere volver a perderse. Un poeta es un huracán que la invierte para que los puntos cardinales no existan sino como un sueño; para que las fronteras rompan con su comodidad y no resistan a que la tierra sea todo, nuestros pulmones, mentes, corazones. Si somos americanos y más que nunca en esta época de mantener los puentes y los caminos asfaltados. Si nuestras obras son americanas y nos hacen dar un paso al costado para su fulgor. Sucede que Latinoamérica es un ciberespacio y quien lo ha conectado de aquí para allá no pudo ser otro sinigual. El anarquitecto de las constelaciones. A la postre, el lenguaje, la poesía y la esperanza pueden más que una regencia desde la península. Y no solo es literatura. Este libro es el faro que proyectará una salida de emergencia en el horizonte. De un continente hundido y en ruinas. Hundido. En ruinas que mañana descubrirán de agua a este cuerpo de piedras y polvo. Y algo florecerá. De eso se trata la nueva vida de todas las estrellas dispersas. El primer brote proyectará que cada día es acabar y continuar.

 

39. ¿Alguien decide ser poeta?

 

40. Caballo de troya de la mente. Al estar escribiendo. Sorprenderse en los mejores y peores momentos. Arte poética para clarividentes: resucitar los olvidos, con inamovible temple, fecunda consecuencia e inconmovible obstinación.

 

41. El poeta vuelve a ser un creador de mitos. El sublime regreso de Platón a las ruinas de su república. El viento lo vitorea entre los escombros.

 

42. ¿Hay, a estas alturas, un lenguaje determinado para la poesía? ¿O para decir poesía hay una subjetivación objetiva de un campo de sentido, digamos efectos y colocación de las palabras? El chiste se cuenta solo. Por una parte, resulta sencillo cuestionar al voleo la pertinencia actual de poéticas del pasado reciente o el lejano, por tratarse de sensibilidades anticuadas e ineptas para el aquí y ahora, abrumado y saturado por un aura de presente perpetuo y futuro esplendor. Por otra, más sencillo es ignorar, excluir o discriminar todo vestigio de la poesía pasada.

 

43. La obra de un autor es una gran diáspora. Sobre todo, al inicio. Todos aquellos borradores que quedaron entre cajas y cajas que no se mudaron con uno al siguiente destino, los ejemplares limitados desperdigados por ahí, los poemas en uno que otro sitio de internet. La obra se fragmenta por cada rato.

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Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990) Metaliteratura.