lunes, 24 de julio de 2023

malú urriola / la escritura poética aparece


Aprender a caminar, erguirse en dos patas, hablar, luego leer y escribir son los ejercicios primeros de un cuerpo irreflexivo, insensato, que a través de la palabra gestiona una bitácora, un depósito del conocimiento de una vida fugaz y en el futuro, poco probable.

Entre el cuerpo y la palabra se hilvana la historia humana, tal como entre el nacer y el morir germinan y yacen las palabras que en un consenso de pensamiento lograron traducir el acontecimiento del todo en lo uno, del cuerpo como limite entre el yo y lo que no sea yo.

La escritura poética aparece, emana de pronto y no se le reconoce hasta el momento de su aparición. Alojada en algún lugar ignoto regresa al cuerpo para ser depositada afuera como un trayecto inefable. Este conocimiento de las palabras, su contenido se vacía al ritmo de una grafía que tienta a decir.

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La escritura acontece de pronto cuando no se conoce nada respecto de la palabra (que se avecina, presiente y precipita) hasta el momento de su aparición.  De la misma manera que titubea frente a la veracidad antes de inscribirse como el eco, el inventario de una ficción ineludible, o el destello de un sonido alucinante y fugaz.

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La poesía no es otra cosa que un viaje hacia el sentido y el sonido. 

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Escribir es quizás uno de los tantos gestos inalienables y trémulos, entre el yo y lo otro, el yo y la ajenidad, pero también es una política, un mérito, un fundamento, un origen, un quiebre del imaginario del deber ser y una libertad auto otorgada que afortunadamente se toman las mujeres que escriben frente a una cultura de cientos de años de dominación.

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La poesía es un ojo, una herida, una perla.

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Malú Urriola (Santiago de Chile, 1967-2023). Selección de textos hecha por Nicolás López-Pérez. Fuente: Proyecto Patrimonio.