lunes, 27 de octubre de 2025

julio barco / (partida y jaque mate)


["Partida y jaque mate" es el título que los tiempos postergados da al título de estas dos columnas de Julio Barco en Diario Uno, de circulación nacional en Perú, publicadas respectivamente el 18 de octubre y el 25 de octubre de 2025, como metáfora a las dudas que arroja Julio a su medio y luego como hace un jaque mate a la pregunta]

Dudas

¿Cómo vivir en un país que sangra? ¿Cómo soñar en un país que devora? ¿Cómo defender el corazón entre las balas y los niños que lloran? ¿Cómo vivir entre puentes y techos que se caen a pedazos contra los amantes? ¿Cómo limpiarme los ojos de esperanza entre los incendios a setenta o setecientas casas? ¿Cómo leer a Vallejo si acaban de reventar una bomba en Trujillo? ¿Cómo abrir un tomo de Juan Ojeda si mi vecino, el dentista, es amenazado por extorsionadores? ¿Cómo terminar mis estudios si hay niñas ultrajadas en la selva? ¿Cómo sentarme a escribir mi columna hoy si hay un joven rapero hace horas muerto por una bala infeliz? ¿Cómo decir Perú si se acortan los financiamientos culturales? ¿Con qué fe leerles cuentos a los niñitos si en las calles acuchillan todos los sueños? ¿Cómo empezar mi tesis sobre la poesía peruana si el aire que respiramos nos pulveriza los pulmones? ¿Cómo hablar de paz si balean a los cantantes de cumbia? ¿Cómo entusiasmarme con el nuevo Premio Nobel si los políticos promulgan leyes contra el pueblo? ¿Con qué valor despertar mañana en un país dividido? ¿Cómo escribir del corazón si hay niños que son usados para pedir limosnas? ¿Cómo hablar de la vida y la ecología si las loncheras de los escolares son productos cancerígenos? ¿Cómo entusiasmarme del ceviche si el sueño de todos es vivir en otro país? ¿Cómo escribir aquí? ¿Cómo hacer ciencia ficción y novela metaliteraria? ¿Cómo hablar de Literatura si no hay una ley que defienda a los escritores? ¿Cómo hablar de planes de lectura en los colegios si hay niños que venden tajadas de sandía en los puentes de Lima? ¿Cómo soñar un sueño común para veintidós millones de peruanos? ¿Qué escribir? ¿Qué ser en el Perú del siglo XXI con sus inteligencias artificiales y la corrupción sin artificio? ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Por qué no intentar un poema para ti mientras otros jóvenes gritan en la calle y las buganvilias de Lima se quiebran en los balcones?  ¿Cómo leer a Gógol si una niña acaba de caer de un segundo piso de un supermercado

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Certezas

Y, sin embargo, hay que escribir… porque escribir es una forma valiente de vivir. Hay que escribir porque todavía no se ha dicho todo sobre la condición humana. Hay que escribir porque hay que atrevernos a soñar más allá de los límites monótonos de la existencia. Hay que escribir para no ser solamente tránsito. Hay que escribir para dejar no una huella, sino las flores de la soledad, el rostro del dolor, la inmensidad del gozo. Hay que escribir porque escribiendo nos escribimos a nosotros mismos y nos reconocemos entre los otros y oímos lo que somos dentro de nosotros. Y entonces somos otros en la comunidad de la vida que se prolonga de especie en especie, de generación en generación. Hay que escribir a pesar de la crisis y de la pobreza, porque es una forma de forzar la transformación mental de una época. Hay que escribir, en fin, sin razones ni argumentos, como el niño pinta las paredes o sopla una burbuja al aire, qué sé yo por qué, ni con qué sentido, tan solo con el simple placer de aprehender la totalidad de la realidad y así ver cómo las hojas de tu cuaderno de poemas vibran como retoza el mar. Hay que escribir para sentirnos parte de algo más que nuestra muerte. Hay que escribir para dar testimonio de la inutilidad de la escritura y hay que escribir para señalar que acaba de morir alguien en medio de esta maquinaria asesina. Hay que escribir para continuar el legado. Porque hemos recibido el fuego del lenguaje. Porque nos hemos criado en medio de palabras como esquirlas y la guerra ha sido devorarnos y finiquitar la subjetividad. Y quedarnos sin palabras en un país sin nombre, en un país sin palabras. Porque —atrapa esa flor— recuperar la palabra no solo es recuperar nuestra propia conciencia, sino la conciencia de que somos algo más: una formación quipunal. Hay que escribir, en fin, para vencer a la muerte. Atrevimiento exclusivo de los que sientan la eternidad del arte— ese instante acaso de lucidez o estupidez— que prolonga el infinito. Hay que escribir para ser. 

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Julio Barco (Lima, 1991). Envío solicitado al autor. Fotografía de Mike Paredes.