lunes, 31 de enero de 2022

fernando pessoa / el genio


[texto dactilografiado, tal vez 1923/1924]

    La vida consiste en el equilibrio de dos fuerzas, las de integración y las de desintegración, el anabolismo y catabolismo de los fisiólogos. La anulación de la fuerza de desintegración (imposible en la materia orgánica) sería la no-vida (y es por eso que es imposible en la materia orgánica); la anulación de la fuerza de integración es la muerte.

    Como el espíritu es una cosa viva (y existe ligado a otra cosa viva, que es el cerebro y el sistema nervioso, y, finalmente, el cuerpo), en el espíritu operan, como en toda vida, estas fuerzas de integración y de desintegración. Y, al igual que en el cuerpo, la anulación de la desintegración sería la no-existencia del espíritu; y la anulación de la integración lo que llamamos locura.

    Cuanto más alto un organismo en la escala evolutiva, más complejo es ese organismo; cuanto más complejo más desintegrable, más son las fuerzas de desintegración que tiene dentro de sí. Del mismo modo, cuanto más alto un espíritu tanto más complejas las fuerzas de desintegración que tiene en sí. Sólo por un agente tóxico, o un traumatismo violento, pueden los animales «enloquecer», esto es, sólo por una desintegración anormal. Esto aparte, no son susceptibles de locura; la desintegración de su espíritu es simple, la integración se hace siempre sin esfuerzo.

    ¿En qué consisten las fuerzas de integración en el organismo físico? En la resistencia fácil y rápida a cualquier agente interno que intente desintegrarlo (como en el instinto de saciar el hambre y la sed, etc.); y en la coordinación fácil y rápida de sus órganos en el sentido de defender el organismo, de no tomar, por así decir, caminos independientes que le serían forzosamente nocivos.

    Del mismo modo, las fuerzas de integración del espíritu son: la resistencia fácil y rápida a cualquier agente externo que intente desintegrarlo; la inhibición de sus impulsos anormales; y la coordinación de sus ideas en una unidad. Los dos últimos puntos son claros; no lo es el primero. ¿De qué modo resiste el espíritu a una fuerza externa que lo quiera perjudicar? (Distinción entre lo subjetivo y lo objetivo.) (Hallar la solución)

    Cuando en un individuo se da un desarrollo de las facultades mentales de integración, sin que haya un desarrollo paralelo de las facultades mentales de desintegración, ese individuo es lo que se llama un hombre de talento. No habiendo un desarrollo mayor a lo normal de las cualidades de desintegración, el mayor desarrollo de las de integración no es llamado a operar en plena fuerza; tiene plena fuerza, pero opera más lentamente de lo que podría.

    Cuando, sin embargo, con ese gran desarrollo de las cualidades de integración coexista un desarrollo igualmente grande de las de desintegración –esto es, una psiconeurosis–, las cualidades de integración pasan a funcionar por las otras. Se da, por el equilibrio hipersano de un fenómeno mórbido, una hiper-armonía del espíritu. A esa hiper-armonía la llamamos genio.

    ¿Significa esto que no hay hombres de talento con psiconeurosis? No. Pero hay dos maneras en que la psiconeurosis puede coexistir con un exceso de facultades de integración.

    El examen de las épocas históricas nos muestra que los genios aparecen, con más frecuencia, en las épocas de desintegración social. Se diría, a primera vista, que el desorden los genera. No parece, sin embargo, que así sea; más bien los genera la tendencia a resistir el desorden, que no puede ser acentuada sino cuando se acentúa el desorden a que resistir.

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Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935). Ensayo Pessoa. Traducción de Carlos Rasines.