lunes, 25 de diciembre de 2023

sergio chejfec / el caso de la literatura entre el pasado y el futuro (fragmentos)


1. En esta charla quisiera hablar sobre el tiempo. Un factor que amenaza con provocar el anacronismo inmediato de lo recién escrito, o aquello capaz de resucitarlo una y otra vez.

2. Siempre he preferido explorar el espacio en mis libros, no me refiero al espacio interestelar. Entre las dos coordenadas, el espacio y el tiempo, me resulta más apelativa la primera. Sin embargo, el tiempo es más eficaz porque sirve como plataforma de los relatos. En nuestra percepción, las cosas ocurren una después de otra; con los recuerdos sucede algo similar. Muchas veces se dice que toda narración se apoya en una organización específica del tiempo: siempre habrá elipsis, es imposible contar cada cosa; y las elipsis se orientan en un sentido progresivo, en la medida en que son elipsis, nunca espacial.

3. Esto sería ver el tiempo desde el punto de vista de la construcción del relato. Es decir, una novela puede empezar por el final de la historia y terminar en la mitad, desordenar secuencias, etc.; pero en general tenderá a referir una cadena de hechos, con los antes y después. Quizás el tiempo esté tan asociado al procedimiento literario, cualquiera que sea, debido a que su manipulación bordea complejas situaciones metafísicas, aun cuando las acostumbradas convenciones para representarlo, en un relato, nos haga suponer que navegamos de ese modo en una forma bastante pedestre de tiempo.

4. En paralelo, otra hendija para observar el tiempo en las narraciones, o en la literatura en general, pasa por la serie histórica. El relato como texto que establece relaciones de sentido con el presente, cuando fue escrito y cuando es leído. Esas relaciones son dinámicas, hay más de un tiempo. Está la serie histórica de la historia, digamos, y la serie histórica de la literatura, que posee su propia economía y temporalidad. 

5. Hay también otra forma del tiempo, semejante a la del silencio. El tiempo que no transcurre. Me refiero al tiempo inerte que rodea los libros olvidados, no vigentes, no leídos, descatalogados, los del cementerio o como se los quiera llamar; la abrumadora mayoría de los libros. En cierto modo es un tiempo definitivo, libros en el limbo o en el purgatorio, del cual improbablemente serán rescatados.

6. De modo que podría decirse que el tiempo es algo variable emanado por los relatos; pero también es una materia que al relato se le impone. Supongo que dicho así suena a básico o esquemático. Resulta sin embargo suficiente a los efectos del recorrido a proponer.

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Sergio Chejfec (Buenos Aires, 1956-Nueva York, 2022) en: Cuadernos de Literatura, Vol. XXII, n°44, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, Julio-Diciembre 2018, p. 15-29.