lunes, 13 de noviembre de 2023

nicanor parra / extractos de "antiprosa"


Yo quisiera dedicar, como les decía hace algunos momentos, los minutos que nos quedan a conversar sobre este tema, el tema de la supervivencia del hombre sobre la Tierra.

Ustedes dirán lo siguiente: «Pero ¿por qué vamos a hablar sobre esto cuando nosotros hemos venido a escuchar aquí a un poeta?». Por una razón muy sencilla: ¿de qué puede hablar un poeta, o de qué debe hablar un poeta si no es de los problemas de la tribu? Y ¿cuál es el primer problema de la tribu en este momento? El problema de la supervivencia. De manera que nosotros necesariamente tenemos que aterrizar.

[...] Yo soy un convencido de que todos nuestros actos, en estos momentos, de aquí al año 2000, deben estar determinados por el pensamiento ecológico. No podemos dar un paso sin pensar en qué significa ecológicamente ese paso.

[Fragmento extraido de «Charla en Temuco. Liceo Gabriela Mistral, Temuco, 1982», transcrita en Para leer a Nicanor Parra, de Iván Carrasco.] 


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La poesía egocéntrica de nuestros antepasados en que ellos tratan de demostrar al lector cuán estimable o repudiable es el ser humano, cuán inteligentes y sensibles son ellos, cuán dignos de consideración son los objetos de este mundo, debe ceder paso a una poesía más objetiva de simple descripción de la naturaleza del hombre. Hasta cuándo seguimos echándonos tierra a los ojos. El bohemio pálido y emocionado debe quemar su sombrero de una vez por todas; el individuo no tiene importancia en la poesía moderna sino como un objeto de análisis psicológico. [...]

Me parece que el arte no puede ser otra cosa que la reproducción objetiva de una realidad psicológica y ese fin no se consigue tratando de mostrar solo aquello que se considera revestido de cierta dignidad. Un poema debe ser una especie de corte practicado en la totalidad del ser humano en el cual se vean todos los hilos y todos los nervios, las fibras musculares y los huesos, las arterias y las venas, los pensamientos, las imágenes, las asociaciones, etc., etc. No se trata de preparar un pastel más o menos fácil de tragar; estoy en contra de los tristes y de los angustiados, de la misma manera como estoy en contra de los bufones, estilo Huidobro. También me rebelo en contra de los profetas y en contra de los pensadores proféticos estilo T. S. Elliot. Estoy convencido de que el poeta no debe interpretar; él debe ser un ojo que mira a través de un microscopio en cuyo extremo pulula una fauna microbiana; un ojo capaz de explicar lo que se ve; eso es aproximadamente el asunto, dicho a toda carrera.

[Extraído de «Carta a Tomás Lago», Oxford, 1949.]

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En el fondo volvemos a nuestra nomenclatura inicial. Energúmenos fuimos siempre. Claro que antes éramos Energúmenos en Potencia. Ahora somos Energúmenos en Acción. El Energúmento —Sr. Presidente— es un sujeto contradictorio, rebosante de vida, en conflicto permanente con los demás y consigo mismo. De un Energúmeno chileno puede esperarse prácticamente todo. Se abanica hasta con la propia idea de revolución. Nuestros enemigos no son los marxistas ni los capitalistas, sino los "pelotudos" (sic) de siempre (no se ponga colorado), los tontos solemnes, los conformistas incondicionales tanto de derecha como de izquierda. En una palabra, los robots. El enfrentamiento definitivo —como se anuncia en el último texto de Obra gruesa— no será entre Orejas Largas y Orejas Cortas, sino que [será] entre Energúmenos y Robots. No estamos con la cubanización de Chile —Sr. Presidente—, sino con la chilenización de Cuba. O sea, somos amigos de Cuba, de Rusia, de China, de todos los países socialistas. Oremus.

[Extraído de «Carta abierta a su excelencia el presidente de la SECh (Sociedad de Escritores Chilenos)», publicada en El Mercurio en 1970.]

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Nicanor Parra (San Fabián de Alico, 1914-La Reina, 2018) Antiprosa. Santiago de Chile: Ediciones UDP, 2015. Aviones desplumados.