lunes, 4 de abril de 2022

jack kerouac / ¿los escritores nacen o se hacen?


    Los escritores se hacen, porque cualquiera que no sea analfabeto puede escribir. Sin embargo, los genios del arte de escribir como Melville, Whitman o Thoreau nacen. Examinemos la palabra "genio". No significa ni locura ni excentricidad ni "talento" excesivo. Está derivada del ruido latino gignere (engendrar) y un genio es simplemente una persona que origina algo nunca antes visto. Nadie, salvo Melville pudo escribir Moby Dick, ni siquiera Whitman o Shakespeare. Nadie, salvo Whitman pudo concebir, originar y escribir Hojas de Hierba. Whitman nació para escribir Hojas de Hierba y Melville nació para escribir Moby Dick. No es lo que haces, dijeron Sy Oliver y James Young, sino es la forma en que lo haces. Cinco mil aprendices de escritor que han estudiado las lecturas obligatorias pueden echar mano a la leyenda de Fausto, sin embargo solo un Marlowe nació para hacerlo en la forma en que lo hizo. 

    Siempre me río cuando escucho a esos sabelotodos de Broadway hablar sobre "talento" y "genio". Algún perfecto virtuoso que pueda interpretar a Brahms en el violín es llamado "genio", pero el genio, como fuerza creadora, realmente pertenece a Brahms. El violinista virtuoso es un simple intérprete talentoso, en otras palabras, un talento. O habrás escuchado a la gente decir el fulano de tal es un "escritor mayor" debido a su "tremendo talento". No hay escritor mayor sin genio original. Artistas de genio, como Jackson Pollock, han pintado cosas que nunca antes habían sido vistas. Alguien que haya visto su Samapattis de color no tiene derecho a criticar su "método delirante" de goteo, salpicadura y baile alrededor del lienzo. 

    Tomemos el caso de James Joyce. Mucha gente dijo que él "desperdició" su "talento" en el estilo de corriente de la consciencia, cuando en realidad él nació para darle origen. ¿Quién querría gastar los últimos años de su vida leyendo libros sobre la vida contemporánea, escritos en el estilo pre-joyceano, digamos Ruskin o William Dean Howells o Taine? Algunos genios caminan a pasos agigantados y marchan solemnemente al futuro como Dreiser, sin embargo, nadie escribió mejor sobre esa América como él lo hizo. Los genios pueden resplandecer o pueden ser sombríos, pero tienen esa inescapable pena profunda que los hace brillar a través de la originalidad. 

    Joyce fue insultado toda su vida por prácticamente toda Irlanda y el mundo por ser un genio. Algunos idiotas del Celtic Twilight (Renacimiento literario irlandés) le concedieron que tenía un poco de talento. ¿Qué más podían decir, desde que ellos empezaron a imitarlo? Pero cinco mil aprendices de escritor, de nivel universitario, podían echar mano a ese día de junio en el Dublín de 1904, o en uno de sus sueños, y nunca lo harían como Joyce lo hizo. Él simplemente nació para hacerlo. Por otra parte, si esos cinco mil "aprendices" de escritor con formación, junto a Joyce, echaran mano a una especie de artículo de Reader's Digest sobre "Claves para vacacionar" o "Consejos para maestrear", creo que Joyce aún así sacaría ventaja de su originalidad nata para trabajar el lenguaje. Tengamos en mente lo que Sinclair Lewis le dijo a Thomas Wolfe: "Si Thomas Hardy hubiera firmado un contrato para escribir cuentos para el Saturday Evening Post, ¿crees que habría escrito Zane Grey o como Thomas Hardy? Conozco la respuesta a eso. Él habría escrito como Thomas Hardy. Él no podría haber escrito como nadie más que Thomas Hardy, Él podría haberse quedado en la escritura de Thomas Hardy, mientras él escribía para el Saturday Evening Post o el Captain Billy's Whiz-bang".

    Por lo tanto, cuando se hace la pregunta "¿los escritores nacen o se hacen?", uno, antes que todo, debiera preguntar: "¿Te refieres a los escritores con talento o a los escritores con originalidad?" Porque cualquiera podría escribir, pero no cualquiera inventa nuevas formas de escritura. Gertrude Stein inventó una nueva forma de escritura y sus imitadores solo tienen "talento". Hemingway más tarde también inventó su propia forma. El criterio para juzgar talento o genio es efímero, para hablar racionalmente en este mundo de gráficos, pero uno tiene una sensación bien definitiva cuando un escritor de genio lo maravilla mediante los golpes de fuerza que nunca antes vio y mediante lo encantadoramente familiar (el famoso "shock de reconocimiento" de Wilson). Tengo ese sentimiento de Por el camino de Swann e Hijos y amantes. No me ocurre con Colette, pero sí con Dickinson. Me ocurre con Céline, pero no con Camus. Me ocurre con Hemingway, pero no con Raymond Chandler, salvo cuando escribe realmente en serio. Me ocurre con el Balzac de La Prima Bette, pero no con Pierre Loti. Y así sucesivamente.

    Lo principal a recordar es que el talento imita al genio, porque no hay nada más que imitar. Desde que el talento no puede originarse, tiene que imitarse o interpretarse. La poesía en la página 2 del New York Times, con todas sus "alas silentes de urgencia en un bosque oscuro y recóndito" y otros gorjeos lapidarios, no es sino una pobre imitación de anteriores poetas de genio como Yeats, Dickinson, Apollinaire, Donne, Suckling...

    El genio hace nacer, el talento entrega. Lo que Rembrandt o Van Gogh vieron en la noche no podrá ser visto otra vez. Ninguna rana podrá saltar en el estanque como la rana de Basho. Los escritores natos del futuro están maravillados ya con lo que están viendo, lo que veremos por primera vez en un tiempo y entonces, veremos como serán imitados, tantas veces, por escritores hechos.

    En el caso de un escritor nato, el genio está implicado en la formación original de un nuevo estilo. Si bien es cierto que la lengua de Kyd es isabelina en términos históricos, la lengua de Shakespeare puede ser, en realidad, solo llamada shakesperiana. Suele pasar que el creador de una nueva forma de lenguaje es llamado "pretencioso" por talentos egoístas. Pero no es lo que escribes, sino la forma en que lo haces.

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Jack Kerouac (Lowell, 1922-St. Petersburg, 1969) "Are Writers Born or Made?" En del mismo, Good Blonde & Others. San Francisco: Grey Fox Press, 1993. Traducción de Nicolás López-Pérez. La costura del propio códex.